viernes, 12 de noviembre de 2010

Once a whore.

EEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEH-EH.

Oficialmente, según voy contando por ahí, estoy haciendo deberes (MENTiRA), pero me gusta parecer una chica aplicada y responsable.
La verdad es que últimamente lo soy y me asusta, yo no era así. Solía hacer los deberes sin ganas y estudiaba un día antes de los exámenes, como cualquier persona normal. Lo raro es que es ahora, cuando más vida social (por llamarlo de alguna manera, porque se resume en: trato de no odiar a cada persona que no es Sadie y ya.) tengo, más me centro. Es algo contradictiorio, but that's it.
Todo esto viene a que por culpa del repentino encuentro con mi faceta de buena estudiante de verdad (siempre lo he parecido), dejo esto apartado. No es que sea muy constante en todo a lo que los jóvenes de hoy en día llaman 'bloggis', 'twittis', 'facebús'&más (bueno, puede que con el twittis, sí), pero me comprometí con el blog, y, por supuesto, el Knickers es sagrado.
Volviendo al objetivo principal de la entrada de hoy, debo decir que he estado reflexionando sobre lo que he ido encontrando en mi corta existencia: útero, doctor con barba, profesoras mastodontes de guardería, compañeros babeantes, clases de ballet inútiles, mejores amigas de mierda, amigos por etapas, whorefriends, whorefriends canis y más whorefriends. Ahora estoy bien, y por mucho que obvie o borre de mi vida a ciertas personas, odio soberanamente volverlas a encontrar. Es algo así como una recreación de décimas de segundo de etapas que me deprimen y me recuerdan que la gente con la que me obligan a compartir esta sociedad de mierda es un puto asco. La gente no cambia, eso me han demostrado. Claro que se varian gustos, estilos, compañías e incluso el carácter, pero eres lo que eres, desde que naces hasta que mueres. (For God Sake, soy lo peor)
And of course, Once a whore you're nothing more, I'm sorry, that'll never change.






Abbey.

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