Duele pensar que lo que hace un año necesitaba, se ha convertido ahora en un dardo directo al estómago, que más allá del sufrimiento convencional, me causa un impacto que yo intentaba evitar a toda costa. El escritor realista que llevo dentro me advierte que muchos de los "hasta luego" que hoy por hoy ofrezco, serán transformados en un adiós definitivo. Supongo que dependerá de lo que indique la balanza de todo aquél que le ponga un mínimo valor a mi amistad, si es que la hay.
Últimamente, algo dentro de mí se debate como los dos cisnes de Tchaikovsky. Por una parte, renovación, cambio y madurez; por otra, el pánico total al ver como las caras que llevaba tatuadas en la retina van a volar, a emprender otros caminos. Llevo tanto tiempo tratando de amoldarme a esta gente, que la ceguera no me había dejado descubrir que el conjunto que configuramos es, en efecto, un puzle cuyas piezas encajan a la perfección. Las carencias de unos se suplen con las virtudes de otros.
Sería de hipócritas decir que os quiero a todos por igual. Por supuesto que no. Hay figuras clave que me han llevado a ser lo que soy ahora. Esos, cuyos recuerdos abrirán pronto paso al río que espera paciente el final de este ciclo para brotar en mis ojos. Lo lógico sería que los viejos conocidos fuesen los que más duele perder en tu rutina, pero no es así del todo.
Puedo decir con toda seguridad que habéis pasado a ser como mi segunda familia. La verdad es que, más que eso, somos como una familia circense, cada uno con sus rarezas, pero que parece casi imposible que tras 13 años vayamos a saber existir sin los demás.
Cierto es que conservo amigos desde preescolar; como el sablista con el que viajo del cielo al infierno en cuanto mi genio explota, azuzado por su rapier. Otros se han convertido en acompañantes que han intentado no hacerme caer mientras yo caminaba, como un funambulista, por la cuerda floja, construyéndoles a mis pies un suelo que pisar.
¡Cuán irónico es pensar que muchas perlas aparezcan en el último momento, cuando parece que todo va a acabar sin sobresaltos, y la red está ya recogida! Ahora es cuando los ojos comienzan a abrirse, aparecen las soluciones contra la monotonía, los eternos debates políticos, y algún que otro Dalí falto de bigote, pero no de soltura en el pincel, que ha configurado el apartado artístico-alternativo más sólido de mi vida.
De todos ellos, depende que el fuego que ahora quema en la hoguera no se apague. Por lo que a mí concierne, avivaré las llamas de los que me ofrezcan motivos para tenerlos presentes en este futuro que ya se me echa encima.
Es hora de tomar rutas diferentes, coger velocidad y dar el salto definitivo. Bajo el mundo que ahora se derrumba surgirá uno nuevo, moldeado por nosotros mismos. Tiempo de cambios y revoluciones. Ahora es el turno de nuestra generación.